El mundo no volvió a ser el mismo después del 15 de septiembre de 2008. Ese día, Lehman Brothers se declararía en quiebra después de 158 años de banca global, con lo que se inició una de las mayores crisis financieras de la historia. Y no solo fue Lehman, desde entonces, han ocurrido 7 de las 10 bancarrotas más grandes de la historia, más de 500 bancos se han declarado en quiebra solo en Estados Unidos y Europa aún continua buscando soluciones a los problemas creados desde entonces.
Después de la crisis, las principales economías del mundo (que representan el 85% del PIB mundial y dos tercios de la población mundial), comenzaron a modificar las reglas de los mercados financieros para crear un marco regulatorio sólido para las entidades financieros sobre la base de mayores requerimientos de capital (de mejor calidad), menor apalancamiento y mejores requisitos de liquidez.
Y si ha habido un mercado que desde entonces haya cambiado sustancialmente es el de los instrumentos financieros derivados. Después de la famosa proclama del G20 en septiembre de 2009, la mayoría de las operaciones de derivados son ahora reportadas a un repositorio de información, la compensación en cámara es más común y la ejecución electrónica está ganando impulso. Estos cambios han tenido un impacto en prácticamente todo el ciclo de vida de una transacción: antes de su ejecución (pre-trade), en la ejecución (trade execution), posterior a ella (post-trade), en la administración de garantías (collateral management) y en la generación de informes de la transacción (reporting).
Esa transformación naturalmente se ha dado en gran medida en los países en los que los derivados están más desarrollados, pero como cualquier cascada de requerimientos regulatorios va cayendo poco a poco en los mercados en desarrollo como los de Latinoamérica. México, Brasil y Argentina, como miembros del G20, ya han expedido normas que siguen los mismos estándares de Dodd-Frank y EMIR sobre la compensación de derivados en entidades de contrapartida central, la estandarización de los derivados OTC, y el reporte de las operaciones a través de repositorios. Mientras que en Chile, Colombia y Perú avanza el desarrollo de las entidades de contrapartida central para alistarse al momento en que la regulación local o el desarrollo de la extranjera, lleve a que los derivados OTC divisa/dólar deban ser compensados en esas entidades. Finalmente, en Centroamérica donde el mercado es bastante incipiente, las autoridades trabajan en desarrollar los mercados con la regulación de los primeros productos.
No obstante, una implementación de los estándares del G20 se viene dando ipso facto en el mercado a través del cumplimiento regulatorio que deben hacer los bancos de los mercados desarrollados en relación con las operaciones con sus clientes off-shore. Inicialmente, esas operaciones eran realizadas por filiales también off-shore, y por lo mismo sin regulación exigente, pero cuando en plena crisis se dieron cuenta que el nocional de los derivados era hasta 14 veces el PIB mundial, las autoridades empezaron a frenar ese apetito por el apalancamiento, controlando también la exposición de las filiales off-shore. Y por esta vía, los clientes de los grandes bancos empezaron a ver una cantidad cada vez más abrumadora de solicitudes de información, revelación y diligenciamiento de declaraciones, protocolos, muchos formatos, todos cada vez más confusos.
Los participantes del mercado han trabajado duro para cumplir con los diversos plazos para el cumplimiento establecidos por los reguladores. Sin embargo, al enfocarse en el cumplimiento de esos plazos estrictos, se ha prestado menos atención al logro de eficiencias operacionales y tecnológicas.
Allí hay una oportunidad. ¿Que opinas?
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