Este es un post diferente. Este es un post personal. Este es un post para agradecer.
Una de las motivaciones más íntimas que he tenido para emprender ha sido siempre la de ayudar a personas necesitadas. Sé que para ayudar no se debe ser emprendedor o empresario. Pero siempre en el fondo, después de las siete preguntas “para qué quiere emprender” la respuesta final es “para ayudar a muchas personas que lo necesitan”.
Tener una fundación o ayudar a una fundación siempre ha sido un sueño. En el pasado tuve la oportunidad de apoyar varias fundaciones, y sobre todo, de ayudar a entregar regalos en Navidad.
Mis navidades en la infancia fueron en un pueblo lejano de Santander, Capitanejo, generalmente. Hasta allá llegábamos casi atravesando Colombia de occidente a oriente. A la casa de los abuelos en aquel pueblo macondiano, llegábamos los 2 abuelos, 10 tíos, entre 50 o 60 primos (difícil llevar las cuentas), y unos 10 trabajadores que ayudaban en esas épocas de temporada alta. Era una delicia llegar a compartir con ellos. El árbol de navidad se llenaba de regalos y los 24 repartíamos regalos hasta muy tarde. Sin celular, casi que sin televisión (la señal prácticamente no entraba), jugar y compartir era la única actividad posible.
Con mi hermana y dos primos más, bajábamos en las noches a compartir con las personas que ayudaban a mis abuelos y a mis tíos (la logística para atender tantas personas era la de un hotel). Organizábamos especies de teatros totalmente improvisados y les hacíamos reír.
Con el narcotráfico en apogeo y la guerrilla azotando los pueblos de toda Colombia, dejamos de ir a la casa de los abuelos y ellos tuvieron que salir del pueblo. En mi memoria quedaron grabados esas navidades de felicidad.
Cuando empecé a trabajar, retomamos la entrega masiva de regalos a los más necesitados. Recuerdo que en Lloyds TSB Bank me invitaron a llevar regalos a Cazucá, en sitio muy retirado, marginal y de pobreza extrema en Bogotá. Recuerdo que un grupo de funcionarios llenamos un camión mediano de regalos y nos fuimos a las montañas a repartir regalos. Aún recuerdo a una niña que emocionada por recibir un regalo soltó a sus hermanitos y de repente explotó en llanto porque pensó que los había perdido. Tendría no más de 6 años y ya tenía la responsabilidad de velar y cuidar a sus hermanos. Recuerdo muchos rostros, incluso el del profesor de un improvisado jardín escolar cuyo piso era de polvo. Luego en Citibank y sus días de comunidad, recuerdo ir a pintar escuelas y entretener niños de Operación Sonrisa, acompañado ya de mi esposa y de mi hijo. También en Bancolombia fuimos a lugares lejanos a entregar regalos, de la mano de Elcy y Juan José, y el año pasado empacamos las Cajas del Amor para entregar en una fundación.
Ese acto de compartir y ver niños sonriendo y recibiendo un regalo, es tan maravilloso que ahora que estoy emprendiendo decidimos hacerlo en CML Analytics. Elcy que es una mujer increíblemente dotada de un inmenso amor por los necesitados, por los abandonados, se consiguió una fundación y organizó toda la logística. Hoy pudimos compartir una cena, y unos regalos con un grupo de niños que han sufrido quemaduras, abandono y algunos con cáncer.
No puedo describir con palabras lo lindo que fue ver a mis hijos y a mi esposa compartiendo con esos niños. La cara de emoción de los niños, de sus madres, del representante de la Fundación. Imaginar la cara de los niños que no pudieron estar porque estaban en el hospital, pero que cuando lleguen van a tener una sorpresa en sus camas…
Y todo eso es posible gracias a muchas personas. Elcy, Juan José y Esteban que son mi mayor soporte en la vida, que se remangaron para empacar, entregar y compartir. Y a tantas otras que han sido inspiración y apoyo. A todos ellos, a mis amigos de tantos lados, a los alumnos, a los que leen este post, a los primeros clientes, a todos un gran abrazo y un fuerte Gracias¡¡¡¡¡