Hace unas horas terminó la Fintech Conference 2017 evento de NXTP Labs y Colombia Fintech la cual reunió a los principales actores del ecosistema de la región. El desarrollo de la misma se realizó alrededor del potencial que tienen las fintech en el mercado regional, la forma como se está dando la transformación digital en los mercados financieros, las tecnologías disruptivas y las reglas de juego del mercado. A continuación, algunas impresiones sobre estos temas.
Fintechs e Impacto
Autoridades, inversionistas y consumidores han centrado sus esperanzas en que las fintech sean un camino para resolver los problemas de inclusión financiera. La tecnología debe ser un instrumento para superar las dificultades de llevar los servicios financieros a todas las personas y a todos los rincones. La tecnología debería hacer que se logre una mayor penetración de manera más barata y y en menor tiempo. En Latinoamérica hay un 50% de bancarización, por lo que las oportunidades son todas.
Para el BID, el desafío está en el potencial de las fintech para consolidar modelos de negocio que realmente solucione las imperfecciones del mercado. Para ello deben solucionar varios retos, como enfrentar la fricción natural frente al cambio, superar la inercia corporativa y crecer en un entorno regulatorio incierto.
En los momentos de café, pude evidenciar como hay gran interés realmente de inversionistas de apoyar los emprendimientos que estén enfocados en propuestas de valor para solventar los problemas de exclusión financiera. Tal vez es el mayor foco de atención desde las autoridades, las multilaterales y los inversionistas. Naturalmente, el reto es inmenso. La invitación es a construir soluciones de manera no tradicional, de manera diferente. Los que lo hagan, tendrán el reconocimiento y la satisfacción de impactar realmente a muchas personas que hoy tienen distancia para los mercados financieros.
Transformación Digital
La forma como las entidades financieras han venido transformando su relación con los clientes ha sido gracias a las propuestas de valor desarrolladas por las fintech. Mediante adquisiciones, alianzas e integración con startups de alto potencial, las entidades financieras han podido consolidar propuestas interesantes para sus clientes. La plataforma móvil es un imperativo en el mercado hoy en día, los chatbots empiezan a imponerse y las aplicaciones de inteligencia artificial y la relación a través de la voz son el futuro inmediato de esa transformación digital.
La CAF nos recordó que la explosión de las fintech se debió a que se hicieron masivos los teléfonos móviles, las redes sociales y los marketplaces. Que el uso de referencias y reseñas, así como la creación de comunidades virtuales que influencian decisiones de clientes potenciales a gran escala también contribuyó en ese desarrollo. El comportamiento de los nuevos consumidores, particularmente los millennials, ha sido motor de cambio, ajustando comportamiento y señalando nuevas preferencias y expectativas que deben ser llenadas por las entidades.
Por su parte, Scotiabank presentó los elementos de su ecosistema de innovación: alianzas con startups, acceso a financiamiento, un hub de inteligencia artificial y la disposición de un mercado de talento humano reconocido a nivel mundial. Para ellos, el futuro está en mejorar la experiencia del consumidor. Esa es su gran apuesta. En lo que coinciden con el Banco de Bogotá, quienes hacen sus apuestas en el front-facing, pero reconocen que en el back-facing hay oportunidades interesantes para quienes quieren nadar en océanos más azules.
El ambiente es de colaboración con las fintech, para apoyarse en las eficiencias que éstas desarrollen, en aprender juntos mediante alianzas.
Finalmente, dentro de la transformación digital también se mencionó la importancia de la ciberseguridad como parte del negocio; donde se destacó que la computación en la nube es sin duda más segura y estable que los servidores privados. Algo que en la industria financiera tradicional aún cuesta tiempo para su completa aceptación.
Banca digital y tecnologías disruptivas
Sobre banca digital hay muchas cosas por mencionar, y merece un post completo más adelante. Los bancos digitales tienen una capa de analítica más profunda, lo que les permite obtener mayores insights de sus clientes, con lo que enganchan más a sus clientes, ofrecen servicios a menores costos y de forma más transparente y tienen modelos de negocio más simples que les proporcionan una ventaja en costos frente a sus competidores.
Los bancos digitales se clasifican en dos grupos los “challengers” que en principio tienen licencia bancaria o aspiran a tenerla y los “neo-banks” que ofrecen una experiencia de banca móvil en asociación con un banco tradicional. Los mejores ejemplos están en Atom Bank, Moven, WeBank, MyBank, Simple, N26, Fidor Bank, Monzo Bank, Starling Bank y Tamdem Bank.
Sobre tecnologías disruptivas, en la Fintech Conference se mencionaron como megatendencias el blockchain, la computación en la nube y las posibilidades de las API abiertas; a las cuales habría que agregar la inteligencia artificial. Al respecto, lo importante es ver las posibilidades que tienen esas tecnologías de cambiar los modelos de negocio tradicionales. Allí es donde están las oportunidades.
Tal vez la frase que más me impactó de todas las conferencias fue la pronunciada por Francisco Meré (fundador y CEO de Bankaool) quien mencionó que «el problema de legacy es mental, no es solo de tecnología». De hecho, en la revista Expansión de México, mencionan que como consecuencia de su experiencia de fundar Bankaool con funcionarios de los bancos, tuvo que poner como condición para reclutar a los futuros empleados de la institución que no tuvieran antecedentes laborales en el sistema financiero, especialmente, si era para ocupar las áreas de diseño de producto, innovación y marketing.
Una tendencia que parece lejana, es la de ver la banca como una plataforma de servicios (banks-as-a service).
Las nuevas reglas
El tema de la regulación de las fintech está en un punto álgido. Las fintech han captado la atención del mercado y de los reguladores y existe cierta expectativa y ansiedad sobre el rol de la regulación. En un post anterior señalé mi posición sobre la regulación, ahora quisiera abordar el tema desde una perspectiva distinta. En la Fintech Conference hicieron presencia representantes de los organismos de regulación de Colombia, México y Argentina. Evidentemente México es el país más adelantado en la región y por lo mismo, quien expuso con mayor claridad la forma como han abordado el espinoso tema de la regulación.
El primer consenso a destacar es que parece claro que los objetivos de la regulación (protección al sistema, protección al mercado y protección al consumidor) no deben ser modificados por el factor fintech o factor tecnológico. Es decir, si bien puede haber diferencias en los modelos de negocio, en la experiencia de usuario o en la forma como se ofrece un servicio en el mercado, la regulación no puede abandonar, suspender o dejar de proteger al sistema de pagos, al mercado o al consumidor. Incluso bajo un ambiente de sandbox, la regulación no puede olvidar el mandato legal (y a veces constitucional) de mantener la protección en esos tres focos.
Para efectos regulatorios, cada fintech debería ser analizada conforme los riesgos que genera. En ese sentido, el sandbox sirve laboratorio para evidenciar los nuevos riesgos, pero no para relajar el cumplimiento de las medidas prudenciales esenciales elaboradas para garantizar la protección al sistema, al mercado y a los consumidores.
Sin embargo, aquello pareciera un consenso genérico con el que nadie estaría en desacuerdo. Pero como lo mencionamos en el post anterior, el diablo está en los detalles, y allí es donde radica el quid del asunto. Esto se puede ver si miramos los diferentes tipos de fintech que se pueden ver en el mercado, para efectos de lo cual, las fintech pueden ser clasificadas en cuatro grupos: las colaborativas, las disruptivas, las ofrecidas por los gigantes de la tecnología y las radicales.
Fintech Colaborativas:
Estas son entidades que buscan aplicar los avances de la tecnología a los modelos de negocio de las actuales entidades financieras. Generalmente se enfocan en la optimización o en hacer más eficiente la relación de las entidades con sus clientes o los procesos de las mismas. Estas fintech nacen con el propósito de prestarle servicios a las entidades y por lo mismo lo que quieren es tener una alianza con las entidades, sin perjuicio de que en el futuro, cuando adviertan que su optimización puede permitirles llegar directo a los clientes, terminen pivotando hacia las fintech disruptivas.
No creo entonces que las fintech de naturaleza colaborativa requieran de una regulación especial por parte de las autoridades. Estas entidades no generan una vulneración al sistema, al mercado o a los consumidores en principio, o por lo menos no más de lo que actualmente los proveedores de las entidades generan. Por ejemplo, los proveedores de las redes de comunicación obviamente impactan la esencia tecnológica de las entidades hoy en día, al punto que pueden hacer colapsar el sistema de pago, el funcionamiento del mercado o el servicio a los consumidores, pero no por eso son objeto de regulación o supervisión directa del regulador o supervisor financiero. La regulación recae sobre la entidad quien tiene la responsabilidad de seleccionar y vigilar los procesos de sus proveedores para garantizar que no se afecta el sistema, el mercado o al consumidor. Es posible que, en el futuro, la frontera entre tecnología y mercados financieros se borre (lo cual deberá pasar muy pronto), caso en el cual la regulación financiera abordará a las compañías de tecnología, incluyendo a las fintech.
El futuro de las fintech colaborativas puede estar marcado por alianzas y consolidación de esas entidades (infraestructuras), al punto de ser cada vez más importantes por tamaño e impacto. Y seguramente al borrarse cada vez más esas fronteras, la regulación abarcará la generalidad de las entidades de tecnología que sean canal o presten servicios financieros. En ese evento, cuando la comprensión de los riesgos evolucione es que tendrá sentido una regulación particular para las fintech colaborativas.
Fintech Disruptivas:
Las fintech disruptivas son aquellas que ofrecen un modelo de negocio distinto al de las entidades financieras. Generalmente se enfocan en un segmento desatendido por las entidades al que le ofrecen una propuesta innovadora que les permiten ir entendiendo el mercado. Y con el tiempo, son las que van a disrumpir a las entidades tradicionales, desplazándolas del mercado. Son las Uber, las Netflix de los mercados financieros. Y están allí, a la vista de todos, solo que por su tamaño y el segmento al que atienden, no son visibles. Por ahora.
Estas fintech son el gran reto de regulación para las autoridades. Y lo son porque las autoridades han comprendido los modelos de negocio tradicionales porque los han estado regulando y supervisando por décadas. Pero estos nuevos modelos no los comprenden al detalle, por lo que la regulación simplemente o no los cobija o no les sirve. Son los modelos de negocio conocidos los que han generado disfuncionalidades para el sistema, el mercado o el consumidor; pero los nuevos modelos de negocio implican desafíos nuevos que no se encasillan necesariamente en la regulación actual. Y por ello, definitivamente implican un reto para las autoridades que antes de regularlos deberían entenderlos.
Y entenderlos realmente, no desde el punto de vista de los modelos de negocio tradicionales. El problema es que las autoridades y las entidades financieras van a querer encasillarlos dentro de los modelos de negocio vigentes, lo cual genera un problema grande. Dos ejemplos: Netflix ha sido desde hace rato un canal de televisión o si se quiere, la competencia de la televisión por satélite o por cable; muchos habrían querido que Netflix se constituyera como un canal de televisión, licitara y pagara lo mismo. Pero el problema es que su modelo de negocio es distinto y por lo mismo no puede ser regulado igual. Con Uber y los taxistas, y la regulación del transporte, pasa lo mismo.
El crowdfunding tiene por ejemplo la potencialidad de disrumpir totalmente el modelo de negocio de las bolsas de valores. Y ello implica cambiar el concepto de oferta pública, pilar fundamental de la concepción de la regulación del mercado de valores. Encasillar el crowdfunding o analizarlo desde esa perspectiva simplemente pone a los proveedores de esa solución en un lugar de no aplicación de la norma. Y no van a desaparecer, como no ha desaparecido Uber.
Una regulación atractiva y un mercado interesante puede hacer que estas fintech simplemente tengan la licencia financiera para poder operar pero de manera alternativa, sobre la base de una comprensión de los verdaderos riesgos de las nuevas compañías. Y allí la competencia sería a otro nivel. La compresión de lo que en un modelo distinto significa la protección al sistema, al mercado y al consumidor, hacen la diferencia entre la existencia o la consolidación de esas fintech. Lo que no creo que vaya a pasar, es que vayan a desaparecer porque la regulación no comprenda el modelo de negocios alternativo que proponen. La innovación no la van a poder detener.
Big Ones como Fintechs:
Google, Amazon, Apple, Facebook, Microsoft son compañías de unos tamaños e impacto en el mercado impresionantes. Sus modelos de negocio están centrados en los datos generados por sus millones de clientes. Y adivinen quienes están sentados en una mina de oro de datos y no han sabido sacarles provecho. En mi opinión es el desperdicio de valor más grande de toda la historia.
La discusión de cómo van a ser regulados los servicios financieros ofrecidos por estos gigantes de la tecnología afortunadamente no se va a decidir en los países de la región. En San Francisco y, entre New York y Londres, van a decidir cuál es la regulación aplicable a la prestación de servicios financieros por estos gigantes. Poco o nada van a poder hacer los reguladores locales en detener los avances de estos gigantes. Entre otras, porque los temas de capital, el principal instrumento de represión del regulador, no va a ser problema, no como lo es para las entidades financieras tradicionales.
Y estas gigantes ya están en la banca, con apuestas pequeñas, pero con toda la artillería para comerse el mercado en el momento en que lo deseen. Creo que el punto de inflexión se dará en una crisis financiera global, regional o local. Para ese momento, estos gigantes van a estar probablemente más dispuestos a participar en la toma de decisiones, y ese puede ser un elemento clave en el futuro de las fintech y de las propias entidades financieras. Recordemos que para la crisis financiera de hace tan solo 10 años, algunas de estas compañías eran tan solo unos startups en crecimiento.
Fintech Radicales:
El Ctrl+Alt+Del de los mercados financieros son esas fintech que no quieren derrotar a las entidades financieras, sino que quieren un sistema distinto. Aquí están las fintech que trabajan con criptoactivos o las que extienden la aplicación de tecnologías como blockchain hacia nuevos modelos de negocios más allá de las monedas digitales.
La regulación de las fintech radicales es mucho más complejo porque aún no sabemos exáctamente su impacto. Por ejemplo, en las criptomonedas, una vez se consoliden, su efecto sobre la moneda de curso forzoso es devastador. Deja sin funciones a los bancos centrales. Pero eso tiene más dudas que cualquier otra cosa. Y quizás es inevitable.
Su evolución es mucho más difícil de predecir. Pero puede ser tan improbable de detener como lo fue el Internet en el pasado. Y como el internet, finalmente se consolidó sin regulación.