Las operaciones con instrumentos financieros derivados suelen pertenecer a ese eslabón de operaciones complejas que desarrollan las instituciones financieras. No es menor que Warren Buffet, sin duda uno de los expertos en finanzas más respetado del mundo, los haya calificado como “armas de destrucción masiva” y que en su testimonio ante la Comisión de Investigaciones de la Crisis Financiera haya señalado a los derivados como “peligrosos” y los cuales “incrementaron enormemente el apalancamiento en el sistema”.
Es por esto que la industria misma ha reconocido la necesidad de desarrollar una agenda que genere mayor confianza en las autoridades y en los diferentes agentes del mercado. Y fruto de esa agenda es la nueva arquitectura del mercado de derivados que ha impactado todo el ciclo de vida de una transacción, desde antes de su ejecución hasta su reporte. Sin embargo, en el desarrollo de esa arquitectura la industria se ha enfrentado a un complejo y conjunto de flujos de trabajo que generan nuevos desafíos para el cumplimiento regulatorio, la eficiencia operacional y la gestión de riesgos.
Por lo mismo el desarrollo de una agenda futura debe partir de unas bases ampliamente reconocidas y en las que todos en la industria estemos de acuerdo en honrar para cada nueva actividad que se cree, para cada nuevo proceso que se desarrolle. De esta manera podremos construir un ecosistema eficiente, robusto y flexible que satisfaga las necesidades de todos los actores del mercado (sell-side, buy-side, infraestructuras, autoridades, entre otros). Y creo que ello debe estar desarrollado sobre cuatro fundamentos: armonía de la arquitectura, estandarización de la documentación, simplicidad de los procesos, y apalancamiento tecnológico.
La infraestructura desarrollada para soportar las operaciones con instrumentos derivados se ha desarrollado sobre la base de respuestas a objetivos de corto plazo, fundamentalmente, a respuestas a requerimientos de las autoridades para reducir la exposición sistémica de las entidades involucradas en esta actividad (sell-side). Por lo mismo, es necesario que en el desarrollo de la arquitectura futura se desarrollen principios que permitan una armonización global. La eficiencia es importante, pero el sentido común es más que necesario para diseñar una arquitectura que permita un funcionamiento congruente del ecosistema, generando mayor transparencia y confianza para las autoridades.
Tal vez una de las mayores virtudes de la industria de los derivados es que, a pesar de ser un producto netamente financiero, muy rápidamente se desarrolló sobre la base de un acuerdo común sobre cuál debería ser el contrato marco de sus operaciones. El universalmente famoso ISDA Master Agreement (1992 y 2002) es un gran logro de estandarización privada de un texto contractual, y sin duda el más grande si lo medimos por el volumen de las operaciones que representa. Esa ventaja excepcional pone a la industria de derivados a la vanguardia en la estandarización documental. Por ello es esencial que en todos los mercados en los que estos productos están hasta ahora siendo regulados, se reconozca esta identidad y se acojan versiones que siguen la misma estructura de los contratos internacionalmente reconocidos. Ahora, esa estandarización se ve amenazada cuando en la personalización de las versiones, las propias entidades introducen una seguidilla de cláusulas “corporativas” que tienden a desnaturalizar los beneficios de esa estandarización. El compromiso de todos los agentes debería ser por la menor personalización posible y por una digitalización tanto de los documentos como de la negociación misma de las cláusulas contractuales.
Los procesos por definición suelen pertenecer a esa caja oscura en la que el más novato de la oficina se pierde sin posibilidad de redención alguna. Entre procesos, manuales, excepciones y requerimientos la vida burocrática del mercado de derivados no puede sucumbir. No es sencillo porque esos procesos generalmente siguen los principios de cada organización, y por lo mismo no tienen el beneficio de la estandarización de los contratos. Sin embargo, si los abogados pudieron ponerse de acuerdo para estandarizar un contrato (los abogados¡¡) es francamente muy posible que las mejores prácticas de los procesos también logren una estandarización, y los flujos de trabajo interno y dentro de la arquitectura externa fluyan de manera natural y eficiente. Aquí y también es clave el trabajo sincronizado con las autoridades para que los requerimientos de reportería se desarrollen en lo máximo posible bajo los mejores estándares internacionales. Se puede. Es un gran desafío, pero los beneficios serían gigantescos si los diseños de procesos siguen un solo principio: simplicidad. El customer experience que viene siendo implementado en tantos campos, debería ser enfoque obligado para el diseño y selección de las mejores prácticas. La reducción de costos es un elemento adicional de beneficio, pero el mayor está dado por la eficiencia en el entendimiento de la industria y sus riesgos cuando los procesos son simples y sencillos. Y esa confianza, ese menor temor de las autoridades, con seguridad genera beneficios enormes para la industria.
El cuarto fundamento es el apalancamiento de los anteriores en la tecnología. Las posibilidades que representan tecnologías como el blockchain para las garantías, los smart contracts para la estandarización de los contratos, los cloud services para la optimización de las labores del back office, y el machine learning para la administración de riesgos, por citar los más evidentes, debemos tenerlos en cuenta para cualquier solución que se plantee. Se trata de una oportunidad excepcional para desarrollar ventajas competitivas entre agentes, pero también entre mercados y jurisdicciones.
El camino está trazado y las oportunidades al alcance de la mano. Si somos capaces de trabajar sobre estos principios y de manera colaborativa, vamos a poder construir el futuro que soñamos para esta industria.